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Conversaciones incómodas

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29 de abr. de 2023

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Por Olga Leonor Hernández Bustamante

Las evitamos, damos vueltas y vueltas eludiéndolas, atragantamos en la garganta las palabras cuando sentimos que desean salir a borbotones y, ante su inminente salida, nos asustamos ¿Quién no ha amarrado su voz por temor a la forma en que puede ser recibido su mensaje?
Las conversaciones incómodas son aquellas que sabemos que provienen de la crisis y que, además, pueden generarla. Como toda crisis, provoca cambio y transformación. A veces no queremos que eso pase, nos gusta el terreno conocido así sea angustiante y desgastante.

No se tienen conversaciones incómodas para resolver los problemas, se expresa lo necesario para poner sobre la mesa lo que se siente y piensa frente a una situación, sin que esto signifique que tras el diálogo todo quede resuelto. Se tienen conversaciones incómodas para mostrar las posturas, los malestares, para hacer un llamado a la voluntad, el movimiento y la acción.

Me decía alguna vez alguien ¿Para qué lo digo si sé que no va a pasar nada? A veces solo actuamos cuando sabemos que podemos generar cambios en los demás y desconocemos la potencia transformadora en nosotros mismos al decir aquello que deseamos, la potencia de decidir, mostrar y poner en conocimiento del otro lo que necesito, lo que me incomoda.

Cambia quien habla y levanta su voz, pues se sabe dueño de sí mismo. Puede que a corto plazo no se transforme su contexto, pero quien camina con los ojos abiertos tiene menos posibilidad de tropezar otra vez con la misma piedra.

En las conversaciones incómodas también se hacen exigencias, mismas que son necesarias en las relaciones y los vínculos sanos. No son el tipo de exigencias donde presentamos al otro como insuficiente, sino aquellas que indican el camino compartido que se espera construir para, a partir de allí, poder tal vez negociar o acordar un propósito conjunto.
Vivir atragantándose con las palabras incómodas es frenar el crecimiento, el aprendizaje y la construcción conjunta. Es negarme a mí mismo y al otro la opción de trabajar junto al otro para poder coincidir.