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17 de feb. de 2023

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Por Rodrigo Javier Parada:

Las últimas semanas han girado entre marchas y reformas. Un día salen a la calle los partidarios del gobierno y otro día los opositores. Cada que desde la presidencia o los ministerios se propone algo, el país se divide en dos bandos que asumen posiciones irreconciliables. Esto es perfectamente normal en cualquier país que se precie de tener una democracia estable. En Colombia llevamos años luchando entre los extremos y no hay señales de que ello vaya a cambiar.

Y entre tanta aglomeración y debates, hay un par de temas que no dejan de generar preocupación en cuanto a las reformas que se plantean desde el gobierno nacional: presupuesto y control. En primera medida, todo lo que a hoy quiere modificarse, implica afectar la carga fiscal y a futuro estaremoa enfrentados a una nueva reforma tributaria. Mejor dicho: es casi como querer remodelar y redecorar un edificio entero sin tener siquiera cómo pagar la cuota de administración.

Y en segunda medida, es preocupante que todos los proyectos de reforma, de alguna u otra manera, apuntan a centralizar las competencias en cabeza del gobierno nacional. O sea, que el presidente podría tomar todas y cada una de las decisiones de carácter trascendental, las cuales hoy recaen en distintas autoridades.

Veamos dos casos puntuales: en materia de salud, se pretende concentrar en una sola entidad todo lo relacionado con los pagos del sistema de seguridad social. Y en materia societaria, se busca dirigir el rumbo de las cámaras de comercio de todo el país.
Hay muchos problemas por abordar y hay una deuda histórica con los más pobres que saldar, pero todo a su tiempo y en el marco de las posibilidades del país. Y por supuesto, dentro del marco constitucional que limita las funciones del presidente, que no puede olvidar que no es un emperador. Si bien millones de colombianos le dieron su voto de confianza, no menos cierto es que no es el Alpha y el Omega, como por momentos pareciera que lo cree. Mejor dicho presidente, "bueno es culantro, pero no tanto".

Hay muchos problemas por abordar y hay una deuda histórica con los más
pobres que saldar, pero todo a su tiempo y en el marco de las posibilidades del país.