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Confidencia de la voz interior

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23 de ene. de 2023

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Por José Arturo Ealo Gaviria

la conciencia. No ha desaparecido. No solo habla al oído de los enfermos mentales sino también a personas sensatas e iluminados. Es adquirida. El amor, el conocer juntos, más que la propia autorreflexión solitaria lo que lleva a la conciencia de sí misma y a la paulatina liberación de esa voz, es habla.

En algunos parece venir de afuera, en otros de lo más interior del alma, en algunos de lo superior o de lo exterior que se oyen con los oídos como voz formada. Rara vez viene del frente por alguna razón oculta. Los humanos somos muy limitados. Tal vez no lo reconozcamos. Quizás sea instintivo el justificarnos ante los demás y dar razón de cualquiera de nuestras acciones, por más cruel u obsceno que parezca a los demás. En el fondo de nosotros, está la conciencia imperturbable. No la podemos convencer. Desde la morada interior, la conciencia enuncia la verdad y siembra en nosotros esa inquietud sorda que nos acompaña.

Unirse con la voz interior es ingresar a un mundo misterioso. Esa voz se precipita cual rocío. Cual amanecer. Como un aire fresco. Un niño expresa en voz alta sus pensamientos. Con los años ese discurso se va desplazando hacia el interior, convirtiéndose en un diálogo privado. Tener un diálogo interno es lo más usual, pero no hay que entenderlo de un modo absoluto. Conversar con uno mismo tiene efectos positivos para autoconocimiento y ordenamiento de las ideas. Tiene un enorme impacto en la estructura de nuestro cerebro. Es necesario para organizar proyectos y planificar nuestras acciones.

Traer esa voz debe ser funcional. Debemos darnos cuenta cómo es y cómo afecta a nuestras emociones y conductas. Santa Teresa dice de sus voces, llamándoles "hablas". En Milán (Italia, año 387) una experiencia puede compararse con la de San Agustín cuando en medio de una confusión espiritual —lo cuenta en el libro de sus Confesiones—: Se encontraba sentado debajo de una higuera en un jardín cuando escuchó una voz infantil que le ordenó: "Tolle, lege" ("Toma, lee"). Contenida la violencia de las lágrimas se levantó.

Se apoderó al azar de un libro que leía su amigo Alipio. Y el libro lo exhortó a evitar las comilonas, las borracheras, las riñas, la envidia, la lujuria, el libertinaje. Una clara actividad purificadora. Y es evidente. Más allá de este cuerpo material, el hombre está dotado de otra realidad.

Es esa voz interior quien comprende el mundo y arroja luz sobre los misterios de la vida. La existencia espiritual es absoluta inmortalidad, plenitud e inmutabilidad del ser. Sin duda, estamos diseñados para disfrutar de gratos sonidos y a la escucha de esa imperturbable voz interior.