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Como contando camellos

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21 de may. de 2023

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Por: Roberto Samur Esguerra

Se ha vuelto necesario acudir a las cifras del DANE para medir cuanta cosa se les ocurra a los gobernantes y a quienes aspiran a serlo, casi siempre a través de encuestas, como  actividad complementaria de la estadística, para la obtención de datos que permitan conocer hechos y tomar decisiones. Este método no es parte de la ciencia de las matemáticas, dada la inexactitud que presenta en los resultados, tal como lo advierte en su ficha técnica al señalar un determinado margen de error, y por su desfase cuando se le compara con lo investigado, así como ha sucedido en procesos electorales en los que no siempre se acierta, según muchos ejemplos recientes, siendo el más notorio el fiasco que se llevaron todas las empresas encuestadoras en el plebiscito de octubre de 2016.

El sistema se utiliza para medir el porcentaje del oscilante comportamiento de la economía, en comparación con el mes correspondiente del año anterior, pero sobre todo el del empleo, mediante la fórmula de dividir el número total de desempleados entre la población activa (ocupados más desempleados) y multiplicar el resultado por cien. Entonces, si para saber cuántos desocupados hay primero debe saberse cuántos son, uno se pregunta cómo fue que se obtuvo ese primer factor de la ecuación, si precisamente, eso es lo que se busca.

Es cuando cabe recordar el dilema del huevo o la gallina, y, especialmente, las historias de ‘El hombre que Calculaba’ de Julio Mello Souza, en las que se narran las hazañas matemáticas de Bereniz Samir (así, Samir), un pastor de ovejas que podía decir cuántos camellos iban en una caravana, con solo contar sus patas y dividir entre cuatro.

El otro factor es el número de ocupados, cifra improbable, ya que muchos de ellos son trabajadores independientes, profesionales o pequeños emprendedores, multiplicados por la pandemia, lo que resulta imposible de conocer con certeza, sobre todo cuando se sabe que a muchos lugares del país no llegan los encuestadores y en otras no los reciben, y porque no todo el que utiliza la herramienta es carpintero, lo que ha hecho que el DANE no facilite la credibilidad que una buena información amerita.

Por su parte, el empleo informal es de incalculables proporciones, tal como lo indica la carencia de cifras que den cuenta siquiera aproximada del número de motos de servicio público que operan en campos, pueblos y ciudades.

NOTA En cifras y porcentajes, la situación es variable y circunstancial. No es, sino recordar el caso de aquel prestamista que llevaron de urgencia al hospital, y cuando oyó la orden de aplicarle una dextrosa al 5%, se incorporó casi moribundo y dijo: Un momento doctor, el porcentaje lo pongo yo.