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Carnaval y política

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24 de feb. de 2023

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Por Camila Rodríguez de los Ríos

La esposa del César no solo debe serlo sino también parecerlo.

Aquel episodio de la historia en el que Julio César repudia a su esposa Pompeya para no perder el poder político inspira a hacer una reflexión del papel de la primera dama, especialmente en este último carnaval de Barranquilla.

Una hipótesis es que Petro en vez de rechazar el comportamiento de su pareja como lo hizo César, más bien lo aprovecha como herramienta política. ¿Qué más eficaz que poner a bailar a su mujer como un trompo rodeada del pueblo que más goza en Colombia? Los barranquilleros son lo que todos quisiéramos ser en esta época, unos gocetas que se beben a borbotones la alegría de la vida.

Ya lo decía el poeta latino Juvenal: "panem et circensis". La susodicha lo hace bien, tiene gracia, estilo y carisma, es caribe. Y el Presidente manda una avanzada doméstica para contrarrestar las críticas a la revolcada que le está dando al orden nacional comenzando con la reforma a la salud.

Pero volvamos al punto de "ser y parecer". ¿Es necesario robarse de esa manera el show? ¿Lo hace por necesidad personal o por tarea asignada? Bien podría participar de las actividades carnestolendas sin dar "tanta boleta", como dicen los cachacos. Y no hacer que se desplieguen las fuerzas de seguridad para cubrir a la cumbiambera de palacio, al fin y al cabo eso nos cuesta y esa policía podría mejor estar vigilando que los ciudadanos que disfrutan el carnaval estuvieran seguros.

A mucha gente le podrá parecer el contoneo casual y espontáneo, pero sabemos muy bien que eso no existe en política. Que todo está fríamente calculado y que forma parte del andamiaje de esta presidencia.

Una hipótesis es que Petro en vez de rechazar el comportamiento de su pareja como
lo hizo César, más bien lo aprovecha como herramienta política.