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Asuntos sexuales y sociales

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19 de mar. de 2023

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Por: Susana Viera

Recientemente, en calidad de demandante, en el desarrollo de un proceso legal, juré decir la verdad y nada más que la verdad. Inexperta en estos escenarios, pero pretendiendo ser proba, inspirada en las series judiciales de Netflix, no escatimé en practicar el arte de escuchar antes de responder. No sé, si lo logré. Finalmente, lo dicho, dicho está.

Viremos, hacia lo dicho por Freud sobre el comportamiento humano. Nuestro sicoanalista plantea que, los instintos son pautas o comportamientos innatos, fijos y transmitidos por vía hereditaria. Además, argumenta que, en una misma especie, los instintos varían poco de un individuo a otro. Entonces, debo entender a la pulsión sexual, como una conducta característica de la especie a la que pertenezco, la cual está científicamente argumentada.  

Ahora bien, ¿es válido el instinto sexual en todo contexto social? Obviamente, no. Lo asevero sin argumentos suposicionales. No intento recoger el sentir del conflicto femenino, pero frente a la arremetida sistemática del lenguaje y conductas instinto-sexuales masculinas en todo tiempo, modo y lugar, toca deshojar las capas de este cebollero social.  Mediar con personas que no separan los conceptos de respeto e intimidad versus tabú y mojigatería, es agotador.

Dos realidades me hastían. Primero, el lenguaje inclusivo. Para mí, no existen “todos, todas y todes”, existen todas las personas. Segundo, desdibujarme cada vez que los varones manifiestan su instinto depredador con pose de caballeros. Por ejemplo, en conductas sexuales como el incesto, pago por no ver a padres, abuelos y hermanos procreando con sus hijas, nietas y hermanas. ¿Es su derecho básico y hereditario? Sabido es que, todo lo que no está prohibido, está permitido. Y las sanciones sociales son inocuas, de cara a la mala memoria de los victimarios. Despenalizar el incesto es atizar la violencia contra las mujeres.

Y sobre las interacciones sociales, aunque para algunos, parezca alienada u ofensivamente excluyente, tengo mis opiniones. Frente a un hombre, al que se percibe y se trata exclusivamente como amigo, pero no controla sus instintos e insiste en frases supuestamente inofensivas, pero malinterpretadas como: “cuando vengas nos los tomamos, para ver si te aflojas”, o esta perla: “una mujer intelectual como tú, con ese tabú”. Toca inscribir lápidas y sepultar amistades, o usar el mecanismo intelectual de defensa para mantear a los insaciables concupiscentes con un interdental “ajá”. Preferible que pudiesen controlar su pulsión básica sexual. ¿Habrá algo más básico que un pedo? Así mismo, son los asuntos sociales y sexuales. Cada quien sabe, dónde y con quién se lo tira. Yo, ni casta, ni mojigata. Pregunte y juzgue usted, su señoría.