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Asesinato en Chochó

En el corregimiento de chochó fueron masacrados unos jóvenes de entre los 17 y 21 años. Casi niños, eran estudiantes de bachillerato, hijos de padres afros desplazados por la violencia de los Montes de María, obreros de construcción y empleadas domésticas. Hijos de la guerra, que no pertenecían a ningún grupo armado. Muchachos de clase estrato cero, ni siquiera hijos de profesores, médicos, pensionados, eran jóvenes campesinos y estudiantes que construían su futuro.
A José Carlos Arévalo Contreras, Jesús David Díaz y Carlos Alberto Ibáñez Mercado, los mataron a pocos kilómetros del casco urbano de la capital sucreña, en un matorral del suroriente de Sincelejo, en una entrada donde residen familias campesinas de las cuales algunas observaron como mataron a esos muchachos que huyeron del conflicto armado de diferentes regiones del departamento de Sucre. Habían pasado mucho tiempo resguardados en cambuches sobre una invasión en esa localidad de la capital sucreña y se los llevaron a vivir en un proyecto de vivienda de interés social hace siete años, bautizado con un nombre que fue la esperanza de una mejor vida en la que pudieran ayudar a sus padres y de seguir adelante con sus estudios, pero la fatalidad los sorprendió cuando habían salido a practicar deportes en sus motocicletas.
Las investigaciones sobre los autores del crimen contra los tres jóvenes van por buen camino. Hay varios sospechosos. Los familiares, que descubrieron sus cuerpos arrumados y acribillados, aseguran haber visto a los policías que presuntamente estarían involucrados sobre estos hechos que conmovió a Colombia. De otro lado se sabe que varios hombres de la policía irrumpieron en medio del llanto y el dolor de los familiares de José Carlos Arévalo Contreras, y arremetieron con fusiles y armas de corto alcance en sus viviendas buscando armas. Eso es lo que cuenta un muchacho que logró sobrevivir haciéndose el muerto y que se amontonó encima de varios de sus amigos que realmente estaban muertos.
Lo penoso de todo esto es que, entre algunos de los responsables, están policías encargados de llevar los casos de la Infancia y adolescencia, que pretendían asociar el caso con el plan pistola, ya que ese mismo día fue el asesinato del joven patrullero de Sampués Diego Felipe Ruiz Rincón, quien se destacó apenas un mes como policía. Los hechos cuentan que los muchachos asesinados eran, como muchos del pueblo, mototaxistas o agricultores, estudiantes sin ningún vínculo delictivo, por lo que ese crimen ha sido repudiado por todo el país, máxime cuando, según informaron las autoridades municipales, los mataron a quemarropa con armas de fuego de largo alcance.
La Nación entera espera que este abominable crimen no quede en la impunidad, que se esclarezcan los hechos y se castiguen los responsables. Por lo menos, ya se sabe que ocho agentes y el comandante en Sucre fueron separados de sus cargos.
