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Arar en el desierto

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26 de may. de 2023

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Por Miguel Mercado Vergara

Los desiertos que en el mundo existen son, en algunos lugares, grandes extensiones territoriales donde ninguna plantación es posible germinar. Allí las probabilidades de recolectar una siembra son nulas si no imposibles. No sé si es leyenda o realidad que por los confines de uno de esos países del lejano oriente, a fuerza del empuje tecnológico y del tesón del hombre han logrado optimizar parte del suelo desértico y volverlo apto para el progreso agroindustrial. Han buscado derribar el mito de que arar en el desierto es vano e inútil.

En Colombia está convertido en quimera el logro de la paz. Durante años se sueña con alcanzarla, pero los múltiples empeños y esfuerzos que han desplegado todos los gobiernos de distintos matices políticos han sido un salto al vacío. En la mente de todos los colombianos están como sombras que se lleva el viento los recuerdos de los ruidosos diálogos de Tlaxcala en México, de Caracas en Venezuela, de La Habana en Cuba, y no sé qué otros tantos, sin que la bendita paz se haya alcanzado.
Su búsqueda está convertida en el caballito de batalla de los regímenes que cada cuatro años el pueblo alegremente elige siempre con la ilusión de ver acabados los aciagos momentos que cotidiana y permanentemente, durante décadas, nos ha traído el conflicto sin sentido que agrupaciones armadas escenifican por todos los confines nacionales.

Aquí hay unas fuerzas del orden que deben actuar. Colombia entera está dispuesta a respaldarla.

Cuando las imágenes televisivas nos muestran esas legiones de hombres armados hasta los dientes, llámense guerrilleros, paramilitares o de cualquier facción, atónitos nos preguntamos: ¿qué beneficios deja para el país la guerra que ellos protagonizan? Solo luto y desolación es la respuesta.
Hoy, se ha extendido la mano para que todos esos grupos se acojan a la paz y se ha respondido con ejecuciones. El fusilamiento miserable de unos menores indígenas muestra de cuerpo entero la peor de las condiciones humanas y la ruin degradación de un conflicto en el que el salvajismo parece ser el que impone la ley entre esos seres desalmados que integran tan crueles agrupaciones.

El país con sus instituciones a la cabeza tiene que reaccionar. Buscar la paz no puede ser arar en el desierto. Aquí hay unas fuerzas del orden que deben actuar. Colombia entera está dispuesta a respaldarla.
mercadovergara@hotmail.com