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Anticorrupción

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8 de ene. de 2023

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Por Fernando Cepeda Ulloa

Llevamos varios intentos en diferentes gobiernos para no hacer lo que corresponde en materia de lucha anticorrupción. No importa que sea bien sabido que la herramienta ya probada como la más eficaz se intente introducir, pero eso sí suprimiendo el factor que le da tanto éxito en los países que la han adoptado.

Ese factor, lo he dicho hasta la saciedad, es la recompensa que se contempla para quien haga una delación que resulte cierta y que entonces da lugar a una delación premiada. Y por supuesto no cualquier recompensa sino una que realmente sea incentivo casi insuperable para delatar el comportamiento corrupto, o sea que significa, es la verdad, el enriquecimiento del delator.

Por ello digo en algunas conferencias que tienen audiencia capaz de entender el sentido de mi afirmación, que hay dos maneras de hacerse rico, una por la vía deshonrosa de la corrupción y otra por la vía, exaltada, de delatar los comportamientos que llevan a enriquecimientos ilícitos.

No voy a reiterar los orígenes centenarios de esta institución, ni su evolución, ni su paulatina adopción en varios países y en organismos multilaterales. Fedesarrollo hace algún tiempo, propició la elaboración de un texto bastante completo sobre el tema, de mi autoría, que publicó en un novedoso libro sobre la lucha anticorrupción. Lo que me corresponde en este comienzo de 2023, es recoger el entusiasmo que en los círculos pertinentes en Estados Unidos ha generado la reciente firma por el presidente Biden de una nueva ley que traslada al conjunto de reglas sobre el tema de lavado de dinero la eficacia de la legislación sobre la delación premiada.

Al respecto existen leyes federales, estatales, sectoriales, pero consideraron que era urgente contar con estas nuevas herramientas legales para proteger la denuncia, proteger al denunciante y recompensar generosamente al delator, denunciante o relator, al que cuenta, el que sopla el pito (Whistleblower), el que da el grito de alarma.

La nueva ley contra el lavado de dinero, Anti-Money Laundering, mejora los conocidos mecanismos de tal manera que los especialistas la califican como monumental y como herramienta global muy eficaz en la lucha anticorrupción, en un sector que mueve billones de dólares que sirven para financiar muchas y graves actividades ilícitas.

Es interesante observar que se mencionan los oligarcas rusos como uno de los principales objetivos y, así, se estima que tiene un efecto positivo frente a la brutal e injusta guerra contra Ucrania.

Pronto sabremos de recompensas por millones de dólares a denunciantes que permitieron identificar los procedimientos, las sociedades fantasmas o de papel etc., que han permitido que miles de millones de dólares fluyan sin problemas en detrimento de los patrimonios nacionales o empresariales. El ambiente es de una verdadera celebración y de agradecimiento a los legisladores que lucharon por sacar esta nueva legislación que tiene efectos globales.

Tiene también beneficiarios globales. Y afecta al crimen organizado de dimensiones globales.