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Región. El coronel Elver Vicente Alfonso Sanabria, director del Gaula de la Policía rompió el silencio y dio a conocer detalles de la operación en la que fue dado de baja José Miguel Demoya Hernández alias ‘Chirimoya’.
“Desde el 2014 le veníamos siguiendo la pista”, dijo. Agregó que fue difícil para los investigadores judiciales buscar su rostro, no aparecía en videos, ni fotos, ni en las interceptaciones telefónicas que realizaban las agencias de investigación del Estado.
Sin embargo, el oficial destacó que sus víctimas y muchos de sus subalternos entregaron detalles a las autoridades: un hombre sanguinario, silencioso, pero radical. No era un narco como cualquier otro. Fue la sombra de alias ‘Otoniel’ y este le dejó una misión clara de la estrategia de la expansión del grupo armado en varias regiones del país. La consigna era clara: crecer, expandirse, dominar a sangre y fuego, costara lo que costara.
La caída
El coronel Elver Alfonso Sanabria, volvió a tenerlo en la mira, es ta vez con el respaldo total de la institución y el apoyo técnico de la DEA y la Fiscalía. El seguimiento fue meticuloso. Cuatro meses de investigaciones, vigilancias, rastreos satelitales, entrevistas a informantes, análisis de movimientos financieros y redes logísticas. Cada dato parecía menor, pero en conjunto dibujaban una ruta: un punto de fuga en la vereda El Porvenir, en el La Apartada. Allí se refugiaba el jefe, protegido por la maleza, por la lejanía, por el miedo que lo precedía.
Nadie confirmaba su presencia, pero el silencio era elocuente, con esa pieza de información, el comando Élite del Gaula comenzó a desplegar la estrategia final. 60 hombres, seleccionados entre los más capacitados, se movilizaron hacia la zona sin levantar sospechas, afirmó el coronel en una entrevista a la revista Semana. Agregó que durante varios días permanecieron ocultos entre la vegetación, evitando cualquier contacto. El objetivo era claro: capturarlo con vida, llevarlo ante la justicia. Evitar a toda costa una confrontación.
Pero la madrugada del pasado 5 de abril, los comandos se acercaron sigilosamente a la vivienda. Era una casa de campo, sin lujos, sin señales externas de ostentación. Allí, sin embargo, vivía uno de los hombres más peligrosos del país.
Al sentir el movimiento, ‘Chirimoya’ actuó. No pidió tregua ni buscó escapar. Tomó su arma, una pistola FiveSeven (conocida como mata policías), y disparó. Esa pistola, diseñada para romper chalecos antibalas de la fuerza pública, fue su última arma de combate.
“La información precisa de su paradero la entregó uno de sus subalternos a quien había insultado hace varias semanas por la pérdida del dinero de una droga. Esta persona nos confirmó todos los detalles que ya teníamos adelantados por la parte técnica de la inteligencia”, dijo el coronel.
Expresó que los comandos respondieron. El intercambio fue corto, preciso, letal. En pocos segundos, el cabecilla cayó. En el lugar encontraron su arma, diez proveedores, 200 cartuchos y material alusivo al ‘Clan del Golfo’.
“El ingreso se realiza a esa vivienda porque los dos escoltas de su confianza salieron al pueblo a buscar víveres y él se quedó solo en la casa. Fue el momento de oportunidad para poder capturarlo, pero nos atacó”, aseguró el investigador del caso.
El Coronel dijo que se derrumbó la estructura de horror que durante años había construido este sanguinario cabecilla e hicieron justicia por el crimen del intendente Hernando José Martínez Blanco, asesinado en medio de un 'plan pistola' en Montería por orden de ‘Chirimoya’, pues este suboficial lo había capturado en 2014 en un operativo. El crimen del uniformado se dio en mayo de 2015.
También se conoció que agentes de inteligencia del Gaula estuvieron en el sepelio del máximo cabecilla de este grupo armado ilegal. Pudieron determinar cómo los criminales pidieron cuotas a las familias para que asistieran al funeral, que llamó la atención por la forma en que lo despidieron, como si se tratara de una celebridad.
“Ni muerto ‘Chirimoya’ dejaba de sembrar el horror. A las familias les pidieron una cuota de por lo menos dos integrantes para que asistieran al funeral y quienes se opusieran eran declarados objetivo militar”, dijo uno de los infiltrados en el sepelio.
Estaban en la finca
Y es que parece que las retaliaciones por la muerte de ‘Chirimoya’ empezaron. El viernes en La Apartada fueron asesinados a golpes Yaquelín Zabaleta Cadavid y su hijo Andrés Zabaleta quienes, según allegados, trabajaban en la finca donde abatieron al cabecilla. Así mismo, se comenta en la zona que la persona que habría entregado a ‘Chirimoya’ sería familiar de las víctimas.
Extraoficialmente se supo que hay dos personas desaparecidas que serían los escoltas de ‘Chirimoya’ y de los que no se sabe su paradero.