Por Pablo Rosselli Cock

No hay nada inútil, ni siquiera la inutilidad misma

Montaigne

Cayó en mis manos, por sugerencia de un buen amigo, un libro fascinante: La utilidad de lo inútil, escrito por Nuccio Ordine, profesor de literatura italiana de la Universidad de Calabria.

La obra es un ensayo corto en el que el autor resalta todas aquellas cosas consideradas como inútiles por el hombre moderno como son el conocimiento, la lectura y la cultura, para darle relevancia a lo utilitario, a lo productivo, y que lo hacen convertirse, como dice Ordine, en una máquina sin alma, prisionero de la necesidad. El humano del siglo XXI desdeña las prácticas inútiles, cuando realmente son los elementos que protegen de la intolerancia, el fanatismo y el totalitarismo. Dice Ordine ─parafraseando a Eugene Ionesco─ que lo considerado útil puede transformarse en un peso inútil, agobiante y que si no se entiende la utilidad de lo inútil no se comprende el arte. … "Así, el hombre que no comprende el arte se vuelve un esclavo o un robot, se transforma en un ser sufriente, incapaz de reír y gozar." …

Para ilustrar su mensaje sobre la utilidad de lo inútil, Ordine cita a varios escritores: Cervantes, por ejemplo, muestra en El Quijote, al héroe de la inutilidad por excelencia, al caballero que sobrepone la pasión de sus ideales a los de la realidad en búsqueda de un sentido a la vida.

Federico García Lorca, invitaba a leer poesía, considerada inútil por muchos, para "nutrir ese grano de locura que todos llevamos dentro" y sin el cual sería "imprudente vivir".

García Márquez, en Cien años de soledad, muestra al coronel Aureliano Buendía haciendo pescaditos de oro, que cambiaba por monedas de oro, que a su vez fundía para hacer más pescaditos de oro, en un ciclo interminable como el mito de Sísifo. Úrsula su madre, con un maternal sentido práctico lo reprende por ello, y él, con una sabiduría universal le dice que el sentido de este aparente oficio inútil radica en el placer del trabajo, no en el lucro: "sus únicos instantes felices, desde la tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo, habían transcurrido en el taller de platería, donde se le iba el tiempo armando pescaditos de oro".

En lo personal, soy un militante y un defensor de las prácticas inútiles, por que como resalta el profesor italiano, los saberes inútiles han hecho que la humanidad sea más humana. De hecho, como lo dice el escritor en mención, "entre todos los seres vivos los humanos somos los únicos que llevamos a cabo gestos inútiles por el solo hecho de alimentar el espíritu".

Por lo pronto seguiré haciendo "pescaditos de oro" mientras veo los partidos del mundial, y cuando me preguntan por qué escribo una columna que no representa réditos utilitarios, respondo con una frase barranquillera muy versátil que, entre otras cosas, explica la utilidad de lo inútil:
─ Bueno, porque ajá…